La obsolescencia programada en el sector de la construcción

La estrategia de la obsolescencia programada

La obsolescencia programada es una estrategia utilizada por algunos fabricantes para hacer que sus productos se vuelvan obsoletos o inútiles después de un período de tiempo determinado, lo que obliga a los consumidores a comprar nuevos productos. Esta práctica se ha utilizado en muchos sectores diferentes, incluido el de la construcción.

En el sector de la construcción, la obsolescencia programada se puede ver en la utilización de materiales de baja calidad y técnicas de construcción ineficientes que se desgastan y necesitan ser reemplazados con mayor frecuencia. Por ejemplo, algunos edificios pueden ser construidos con materiales de baja calidad que no duran tanto como los que se construyeron con materiales más resistentes y duraderos.

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Una práctica que perjudica a los consumidores

Los edificios antiguos pueden tener sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado obsoletos que consumen mucha energía y son costosos de operar. Estos sistemas pueden no ser tan eficientes como los sistemas más modernos, lo que obliga a los propietarios de los edificios a invertir en actualizaciones costosas.

La obsolescencia programada en el sector de la construcción se refiere a la práctica de diseñar productos con una vida útil limitada, con el fin de aumentar las ventas a largo plazo. Esto significa que los productos se fabrican intencionalmente con una duración limitada para que los usuarios tengan que comprar un nuevo producto antes de que el producto deje de funcionar.

Esta práctica se utiliza comúnmente en muchos sectores y en la construcción también, donde los productos se fabrican para cumplir con los códigos de construcción, pero se diseñan para tener una vida útil limitada, lo que significa que los usuarios tendrán que reemplazar los productos antes de que se deterioren. Esto aumenta los ingresos de la compañía a largo plazo, pero también aumenta los costos para los consumidores, ya que tienen que comprar productos nuevos con mayor frecuencia.

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Si mejoran la calidad duran más

Esto significa que los productos dejan de funcionar, se vuelven obsoletos y hay que reemplazarlos por otros nuevos. En el sector de la construcción, la obsolescencia programada se podría utilizar para promover el uso de productos de mayor calidad y que duren más tiempo.

Esto ayudaría a disminuir el impacto de la huella de carbono ya que los productos serían remplazados en mayor tiempo que el actual.

La obsolescencia programada también puede tener un impacto negativo en el sector de la construcción. Por ejemplo, si los materiales de construcción no se diseñan correctamente, pueden dejar de funcionar antes de lo esperado, lo que puede resultar en una pérdida de tiempo y dinero para los propietarios. Además, la obsolescencia programada también puede llevar a un aumento de los costos de mantenimiento, ya que los materiales de construcción de baja calidad requieren una mayor cantidad de reparaciones y reemplazos.

Para evitar la obsolescencia programada en el sector de la construcción, los gobiernos deben fomentar el uso de materiales de construcción de alta calidad y establecer estándares de seguridad más estrictos para aumentar la duración actual.

En resumen, la obsolescencia programada en el sector de la construcción puede ser una forma de aumentar las ganancias a corto plazo, pero a largo plazo puede ser costosa tanto para los consumidores como para el medio ambiente. Es importante que los fabricantes y constructores adopten prácticas sostenibles y utilicen materiales de alta calidad y técnicas de construcción eficientes para crear edificios duraderos y eficientes en términos energéticos.

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La bombilla eléctrica se convirtió en la primera víctima de la obsolescencia programada. Un día de Navidad de 1924 se creó, en Ginebra, el primer cartel de fabricantes de bombillas, Phoebus (formado esencialmente por Osram, Philips y General Electric), cuyo objetivo era controlar el tiempo que duraba encendida la bombilla.
Sus miembros se dieron cuenta que las bombillas que duraban mucho no eran muy ventajosas. La primera bombilla inventada tenía una durabilidad de 1.500 horas. En 1924, las bombillas duraban 2.500 horas. Para 1940, el cartel logró su objetivo: la vida estándar de las bombillas tenía que ser de 1000 horas. Para que ese objetivo fuera alcanzado, precisaron de crear una bombilla más débil.

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